lunes, 21 de octubre de 2013

Mi historia no es agradable, no es dulce y armoniosa como las historias inventadas. Tiene un sabor a disparate y a confusión, a locura y a sueño, como la vida de todos los hombres que ya no quieren seguir engañándose. Tratas de recordar cuando fue que todo empezó a ir mal,cuando fue que la magia se rompió, cuando fue que de pronto todo se fue a la mierda, pero simplemente no lo recuerdas, no puedes ir al momento exacto, simplemente luchar con lo que te queda para seguir, seguir así, rota. 

A veces uno amanece con ganas de extinguirse… Como si fuéramos velitas sobre un pastel de alguien inapetente. A veces nos arden terriblemente los labios y los ojos y nuestras narices se hinchan y somos horribles y lloramos y queremos extinguirnos… Así es la vida, un constante querer apagarse y encenderse -Bien puede decirse que la vida es un episodio que viene a perturbar inútilmente la sagrada paz de la nada- 

Confieso que soy una solitaria. Me gusta endiabladamente la soledad ¿Y saben algo? Cuando se tienen pocas personas alrededor escuchamos mucho mejor el ruido de nuestros pensamientos. Más bien,nunca me sentí sola. He estado en una habitación, me he sentido suicida. Estuve deprimida, me he sentido horrible más allá de lo descriptible, pero nunca pensé que una persona podía entrar a una habitación y curarme. Ni varias personas. En otras palabras, la soledad no es algo que me molesta porque siempre tuve este terrible deseo de estar sola. Siento la soledad cuando estoy en una  fiesta, o en un estadio lleno de gente vitoreando algo. Citaré a Ibsen: '‘Los hombres más fuertes son los más solitarios’'.

Soy seca, soy dura, soy cortante.

No miro mucho a la gente. Es perturbador. Dicen que si miras mucho a otra persona, te empiezas a parecer a ella. La mayoría de las veces me la puedo pasar sin la gente. La gente no me llena, me vacía. No respeto a nadie. Tengo un problema en ese sentido... Desde la niñez me he habituado a trazar una frontera invisible entre mí misma y los demás. Empecé a tomar una distancia perpetua ante el otro, fuera quien fuese, y a mantenerla mientras estudiaba su actitud. Aprendí a no creerme todo lo que la gente dice. Mis únicas pasiones sin reservas han sido los libros y la música. Y, tal vez como lógica consecuencia de todo ello, me fui convirtiendo en una persona solitaria.

Me gustan las personas desesperadas, con mentes rotas y destinos rotos. Están llenos de sorpresas y explosiones. Me encuentro bien entre marginados porque soy una marginada. No me gustan las leyes, ni morales, ni religiones o reglas. No me gusta ser moldeada por la sociedad.

Lo chistoso es que la gente me ve,y me cree fuerte... Mientras yo pienso ''Quizás soy mas frágil de lo que me ves...''